"En abril de 1912, la adinerada viuda de Peñasco tuvo un mal presentimiento mientras almorzaba en su palacete de Madrid. Algo les había pasado a su único hijo y su nuera, a quienes en ese momento creía en París, disfrutando de su luna de miel.
la dama no se equivocaba: a pesar de las advertencias que les había hecho, los recién casados se habían embarcado en el Titanic" [Contraportada]
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